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Intrusismo en las clínicas dentales.

En la gran mayoría de las clínicas dentales de nuestro país trabajan profesionales cualificados y homologados. Sin embargo, el intrusismo en la salud dental, aunque minoritario, existe y es un fenómeno que no se debe obviar. Su repercusión afecta a la salud de los pacientes.

El intrusismo profesional en la salud dental es un delito penal contra la salud pública que puede conllevar pena de cárcel.

La web Consejo Dentistas, editado por la Organización Colegial de Dentistas de España, alerta sobre el intrusismo en la profesión. Recientemente en Sevilla se condenó a una higienista y a un protésico dental por ejercer como dentistas sin tener titulación para ello. Se procedió al cierre inmediato de la clínica y cada uno deben pagar una multa de 2.160 €.

La demanda la interpuso el Colegio de Odontólogos de Sevilla, después de que una paciente de esa clínica se quejara ante prácticas que le parecían sospechosas. Tras haber pagado el tratamiento se le colocó una prótesis que le producía daños en la boca. Tras quejarse, los falsos dentistas realizaron unos pequeños ajustes y se la volvieron a colocar.

A la paciente no le parecía una forma ética de proceder y, por tanto, informó al colegio provincial de odontólogos. Estos comprobaron que los titulares de la clínica no estaban colegiados y descubrieron, más tarde, que ni tan siquiera tenían la titulación necesaria para actuar como dentistas. Hace unos meses, la Audiencia Provincial de Sevilla dictó una sentencia firme contra ellos, ante no la que no cabe recurso.

Para ejercer como dentista es necesario haber finalizado la carrera universitaria de odontología, que dura 5 años, e inscribirse en el colegio profesional. Algunas especialidades como cirujano dental requieren además un máster de postgrado. Se trata de una rama de la salud para la que es necesario tener una formación específica. A nadie se le ocurriría tratarse el cáncer con un practicante. Acudimos a un médico oncólogo. Aunque no tiene la misma gravedad, atender a la salud de nuestra boca requiere el mismo nivel de profesionalidad.

Es cierto que los tratamientos dentales son caros. Se debe a que detrás de ellos hay un proceso concienzudo de formación de los facultativos y a la carestía de los equipos y los materiales de trabajo. Esto puede atraer a algunos estafadores, que haciéndose pasar por dentistas profesionales, consiguen facturar tickets altos en pocas sesiones. Algunos de estos falsos dentistas pueden tener ciertos conocimientos del ramo, como sucedió en el caso de Sevilla, pero carecen de la formación médica que tiene un odontólogo.

Atraen al público porque presentan precios ligeramente más bajos que la competencia. Cuando seleccionamos un dentista no podemos atender exclusivamente al precio. Debemos asegurarnos de que dejamos la salud de nuestra boca en buenas manos.

Clínicas Piratas.

El doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas, comenta en las páginas de El Periódico España que la existencia de clínicas dentales piratas degrada la reputación del sector, pero sobre todo es un atentado a la salud de los pacientes.

El juzgado de lo Penal n.º 3 de Las Palmas condenó a un auxiliar de enfermería que se hacía pasar por dentista por un delito de intrusismo profesional y lesiones. Tras hacer una exploración visual a una paciente colocó una corona sobre un implante que ya tenía instalado. Efectuó pruebas de mordida y adaptabilidad de la corona y limó los dientes de la paciente para que encajara el apósito.

La intervención provocó unos daños que para repararlos han requerido un tratamiento adicional de 7.860 €. Cuando la damnificada exigió la titulación del dentista, este se hizo el despistado y la ocultó.

Aparte de la molestia de tener que pagar un tratamiento dental para subsanar una negligencia y de tener que denunciar y meterse en un proceso judicial, estas prácticas tienen repercusiones negativas sobre la salud. La salud de nuestro cuerpo está interconectada. Ciertas dolencias dentales influyen en el estado de nuestros oídos o en la operatividad de la mandíbula. Además de provocar un dolor intenso y una incomodidad en quien las sufre.

Navegando por internet se pueden encontrar copias de aparatos utilizados por los dentistas. Es el caso de los alineadores de ortodoncia invisible. Las famosas férulas de plástico traslúcido, removibles, que van recolocando los dientes mal alineados. En las clínicas dentales, los ortodoncistas las fabrican a la medida del paciente tras efectuar un escáner dental. Cada quince días las van sustituyendo por una nueva para ir controlando el tratamiento tras hacer un seguimiento de su evolución.

Cabe recordar, que igual qué sucede con nuestras huellas digitales, no existen dos dentaduras idénticas, ni cada tratamiento de ortodoncia se desarrolla de igual manera. Colocarse unas férulas estándar, en lugar de arreglarnos la boca, lo que hacen es destrozarla. Estos tratamientos solo se pueden aplicar si están controlados por un profesional sanitario dental.

La ortodoncia invisiling, dice el doctor Castro, es lo más conocido. Se ha puesto de moda. Pero se pueden encontrar por internet férulas para proteger del bruxismo o tratamientos para el blanqueamiento dental. Lo comercializan directamente los fabricantes, sin ofrecer ninguna garantía sanitaria. En el mejor de los casos, una fotografía o un video que el paciente envía a un servicio de atención al cliente en espera de una respuesta. Es lo que se ha llamado “tele-odontología.” Todo eso sin las mínimas garantías higiénicas que se ofrecen en una clínica dental.

Otra de las prácticas que por desgracia sucede, es abrir una cadena a nombre de un dentista colegiado, pero que él no atiende directamente. Encarga los tratamientos a personas que ha formado para realizar unas tareas mecánicas. Esto es una negligencia en toda regla. Colocar un implante no es como arreglar una lavadora. Cualquier tratamiento que se efectúe en una clínica dental debe ser realizado por profesionales homologados.

Las asociaciones profesionales de dentistas se quejan de que es necesario realizar más inspecciones por parte de la administración. A fin de combatir el intrusismo profesional. Muchas de estas prácticas ilegales no se castigan porque no ha habido una denuncia por parte de los afectados, o no han llegado a oídos de los colegios profesionales. No hay que esperar a que los pacientes sufran las consecuencias para eliminarlas.

Recomendaciones para elegir una clínica dental.

Debemos asegurarnos de que el profesional que nos atiende en cada visita está debidamente cualificado. En algunas clínicas es más complicado que en otras. Mientras en las clínicas pequeñas, el mismo profesional nos atiende durante todo el tratamiento, en otras clínicas más grandes o cadenas podemos encontrar a un facultativo distinto en cada visita. Si tenemos dudas sobre la profesionalidad de una persona, estamos en todo nuestro derecho de exigir sus credenciales.

La web de consumo de la Junta de Andalucía nos hace una serie de recomendaciones a la hora de contratar los servicios de una clínica dental. Estas son algunas de ellas:

  • Acudir a clínicas legalmente constituidas y que nos generen confianza.
  • Comparar información y precios de varias clínicas dentales sobre el tratamiento que necesitamos. No coger la primera que encontremos, sino la que mejor se adapta a nuestras necesidades.
  • Si se ha de firmar cualquier documento, leerlo con tranquilidad y consultar cualquier duda que tengamos antes de dar nuestro consentimiento.
  • No pagar el tratamiento por adelantado, sino al finalizar el mismo. Si hay que fraccionar el pago, exigir factura o algún comprobante de cada pago realizado.
  • Guardar toda la información que tengamos sobre la clínica, por si debemos realizar alguna reclamación. (Folletos, presupuestos, contratos, resguardos de citas, historial clínico, facturas, pruebas diagnósticas, etc.)
  • Cualquier mala praxis debe ponerse en conocimiento del Colegio de Odontólogos.
  • Es recomendable elegir establecimientos adheridos a un sistema arbitral de consumo.

Cómo denunciar una mala praxis.

Si sospechamos o consideramos que hemos sido estafados por una clínica pirata o por algún tipo de intrusismo profesional, tenemos varias vías para reclamar.

En primer lugar, todo establecimiento abierto al público dispone de hojas de reclamación entregadas por la Dirección General de Consumo de la Comunidad Autónoma correspondiente. En la clínica tienen la obligación de facilitártelas, las rellenas, allí mismo, y te quedas con una copia. Esta la puedes remitir por correo postal a la sede de consumo.

Es recomendable, siempre, ponerse en contacto con el Colegio de Odontólogos de la provincia. Estos estudiarán el caso y tomarán las medidas oportunas. Si lo consideran adecuado, interpondrán las demandas judiciales necesarias, personándose como acusación particular. En el caso de que se inicie un proceso judicial, la presencia del colegio profesional hará que coja más fuerza.

El afectado puede iniciar un proceso judicial, por iniciativa propia, sin necesidad de haber agotado ningún mecanismo extrajudicial previo. Al tratarse de un tema de salud, está recogido en el código penal y da pie a interponer una demanda ante un juzgado de primera instancia. Si se opta por esta vía, es recomendable consultar previamente a un abogado para estudiar cuáles son las acciones legales más adecuadas.

No hay que alarmarse. El intrusismo profesional en el ámbito de la salud dental no es lo más habitual, pero si es un fenómeno que existe y del que debemos estar prevenidos.

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